Por María José Godoy Lemos.

Los olivares en Texas no dan fruto desde la cosecha de 2020 por temperaturas extremadamente bajas. Históricamente, este estado ha sido considerado el segundo más productor de aceite de oliva de EEUU. Los daños causados por el frío son casi irreversibles y han afectado a la cosecha de este año.

“Los olivares siguen en estado de restauración”, dijo Cathy Burnell, presidenta de la Asociación de Aceite de Oliva de Texas (TXAOO) y miembro del Consejo Asesor de Aceite de Oliva de Texas. “La buena noticia y los signos positivos son que estamos viendo una recuperación en los olivares existentes y se ha reanudado la plantación de nuevos olivares”. “Parecía que estábamos al borde de nuestro año de recuperación, sin embargo, tuvimos un clima inusualmente cálido justo antes de las temperaturas congelantes de este invierno”. Dijo Stephen Janak, especialista del programa de extensión, Texas A&M AgrilLife. Además agregó que la cosecha de aceitunas en Texas, normalmente, comienza a finales de agosto y continúa hasta principios de octubre pero este año directamente se suspende.

Texas ha experimentado condiciones climáticas históricas y dañinas de congelación durante tres inviernos consecutivos. El panorama por las olas polares es bastante malo desde la
pandemia pero esperan mejores resultados para el próximo año. “Mientras que un puñado de personas dejaron de cultivar olivos por completo, algunos cambiaron a diferentes cultivos”, dijo Janak, quien visita huertos en todo Texas. Sin embargo, señaló que “la mayoría ha replantado o al menos continúa cuidando sus árboles e intentando revitalizar sus huertos”. “Los olivos previamente debilitados murieron, y los olivos jóvenes recién plantados resultaron dañados”, dijo. “Los olivares que escaparon de daños significativos por la tormenta invernal Uri sufrieron daños debido a este frío inesperado”, agregó Burnell.

Un informe de la Oficina de Agricultura de Texas estima las pérdidas agrícolas de la tormenta invernal Uri en más de 600 millones de dólares. El informe señala que estas estimaciones son conservadoras y que las pérdidas acumulativas pueden ser mucho mayores, con repercusiones que pueden afectar a los productores durante años. Sumado a esto, el panorama en Europa, más precisamente en España, tampoco es muy favorable debido a problemas de sequía. Hace meses que no llueve y los meteorólogos no tienen buenas noticias para los agricultores, es muy poco probable que llueva. A diferencia con EEUU, en España los calores extremos de esta temporada han quemado las flores blancas de muchos olivos lo que ha provocado mucha pérdida en la cosecha. La temporada pasada fue igual, tuvo las mismas características climáticas que esta y no se esperan mejoras.

En la temporada de cosecha 2021/22, España produjo casi 1,5 millones de toneladas de aceite de oliva. En 2022/23 fueron solo 680.000 toneladas, menos de la mitad. Para esta cosecha de 2023/24, si las especulaciones se hacen realidad, podría haber pérdidas importantes nuevamente. Esto no sucede solo en España. Los olivareros de Portugal o Italia también están sufriendo estas alteraciones climáticas.

Según las estadísticas de la UE, los agricultores europeos produjeron casi 2,3 millones de toneladas de aceite de oliva en 2021/22. En 2022/23, fueron poco menos de 1,4 millones de toneladas. Y si las consecuencias de las malas cosechas del sector olivarero europeo no han sido aún peores es gracias a Grecia, donde la escasez de agua se ha notado menos
hasta ahora, fue el único país europeo que pudo aumentar su producción de aceite de oliva en la última temporada.

Una catástrofe para los agricultores, que también afecta a los consumidores porque se ve reflejado en los precios del mercado.

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