Una gran alivio sobrevino a las empresas Vitivinícolas y Olivícolas en el marco de la situación de emergencia sanitaria provocada por el rápido avance del COVID-19. Las regiones productivas de Vinos y aceites de oliva no son ajenos a la problemática, por ejemplo, en Mendoza ya hay varios casos confirmados, sin ningún muerto, pero toda la provincia está en alerta. Lo mismo ocurre en San Juan. La producción alimenticia fue incorporada como una de las excepciones de aislamiento obligatorio decretada por el Gobierno Nacional. Esto significa el permiso de tránsito inter ubrano, inter distrital e inter provincial de los trabajadores desde sus hogares hasta las fabricas y/o hasta las fincas donde se tiene que llevar a cabo la cosecha. La excepción incluye desde obreros de las líneas de producción, laboratoristas, ingenieros de proceso, chóferes, clasificadores, administrativos, etc. La cosecha de uvas está aproximadamente a mitad de camino y la de aceitunas recién está comenzando. La primera variedad de aceitunas en cosecharse es Manzanilla, entre Febrero y Marzo, luego comienza el resto. El mayor trabajo en la cosecha de aceitunas y que produce el real volumen productivo en la Argentina se da principalmente por la variedad Arauco, comúnmente llamada “criolla”, cuya cosecha comienza en Marzo hasta la primer quincena de Mayo. Hay una “simbiosis” entre las cosechas de uva y de aceitunas, una planificación natural cuasi perfecta, cuando termina la cosecha de uvas automáticamente empieza la de aceitunas, dando continuidad laboral a toda la cadena agroindustrial, con un mínimo solapamiento entre la última quincena de Febrero y la primer quincena de Marzo.


La emergencia sanitaria nos agarró de sorpresa a todos, y muy a nuestro pesar, quedó en evidencia que los Argentinos no tenemos tan buenos hábitos higiénicos necesarios para evitar el contagio de no solo el virus COVID-19 sino también de otras enfermedades transmitidas por diferentes tipos de microorganismos. El acto de lavarse las manos, una muy simple y efectiva arma que tenemos para evitar el contagio recién empezó a instalarse en muchos ámbitos donde antes no existía. En el caso que nos preocupa, casi no hay baños en las fincas, ni hablemos de lavamanos. En los establecimientos de procesamiento el panorama es mejor, pero dista de ser ideal. Se suele tener una capacidad mínima de superficie de baños, la que exige la autoridad sanitaria, ni más, ni menos. Y aquí es donde aparece el “PERO” del título de la nota.


Uno de los sindicatos de los trabajadores vitivinícolas fijó posición hace unos días y convocó a los trabajadores a una auto-cuarentena hasta el 31 de Marzo, a pesar de la excepción del decreto presidencial. La postura se sustenta en la lentitud de las empresas en disponer de los elementos necesarios para poder elevar los estándares de limpieza en fincas y bodegas. Se exigen baños químicos, jabones, productos de limpieza, etc. Antes de ello el conglomerado de bodegas había lanzado una serie procedimientos sobre manipulación e higiene que las bodegas deberán empezar a respetar, para que sean sumados a sus procedimientos que, se supone, ya están aprobados por las autoridades sanitarias departamentales, provinciales y nacionales, no haciendo mención antes de las falta de estos elementos, mínimos e indispensables en cualquier industria. Varias opiniones indican que no habrá gran acatamiento a la auto-cuarentena, por varios motivos, uno de ellos es el económico, ya que la paga suele ser por semana y por más ayuda estatal la dinámica de la producción es 100% estacional, generando altos pagos por pocos meses de trabajo. Otra razón es por no sumar otro año más de bajos Kg de producción generados por las inclemencias climáticas de años anteriores que afectaron mucho a la floración, las empresas esperan que la cosecha 2020 venga a mejorar los volúmenes y por ende la facturación.


Sin dudas que este COVID-19 nos dejará muchas enseñanzas y esperamos que la cosecha pueda seguir su ritmo, tomando todas las precauciones higiénicas necesarias, para que los frutos puedan ser cosechados y que no se pudran en el arbol. Esta temporada dejará mejores condiciones a los trabajadores, para que puedan desempeñarse a la altura de las circunstancias, por un lado, y la incorporación de mejores prácticas higiénicas para las finca y bodegas, mejorando su competitividad internacional, al menos en lo que respecta a la calidad higiénica de los productos, dando un halo de esperanza futura a la industrias vitivinícola y olivícola y a todas las personas que directa e indirectamente dependen de los vinos y aceites de oliva a vender. Es un tema que nos preocupa a todos, los expertos en el comercio internacional de estos productos no pueden brindar ningún tipo de certeza a futuro, mientras tanto ya han catalogado al COVID-19 como el Cisne Negro de la Vitivinicultura, y por simbiosis, de la Olivicultura.


Por: Lic. Juan Jose Soria

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